Entrada al postulantado en España

 En la fiesta de Nuestra Madre del Rosario, para nosotras siempre entrañable, y en el marco de la celebración de vísperas, la comunidad del colegio Santo Domingo, Madrid, abre sus puertas a Clara Andreu, joven de Torrevieja, Alicante, para iniciar en la congregación su camino de seguimiento al Señor.
Con gozo participamos de un tiempo de encuentro, acogida, celebración y gratitud. Así lo expresó Ino Rincón, priora de la comunidad, en sus palabras de inicio al dirigir la oración de vísperas. Antes de orar con los salmos, Clara se postra ante el altar y expresa su petición a la congregación. Carmen Román, delegada de zona, acoge esta petición y nos recuerda a todas que Jesús sigue repitiendo hoy la llamada que hizo en su día a los Apóstoles, Venid en pos de mi y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” (Mc 1, 17-18).
Carmen agradece también la presencia de tantas hermanas de otras comunidades que pudimos participar en esta celebración, comunidad de Azuqueca de Henares, hermanas de la casa general, comunidad de Ucrania, a quienes la guerra forzó a abandonar el país y hoy, con valentía y compromiso, ya están preparando su regreso, también una hermana de Venezuela de paso por Madrid. Una valiosa representación de toda la congregación.
Tras esta sencilla ceremonia, las palabras de Clara nos emocionan a todas, especialmente, al concluir diciendo, pongo mi vida en manos del Señor, y la pongo junto con vosotras. Hermosa expresión que muestra el sabernos convocadas al seguimiento con otras hermanas, dando así relevancia a nuestro vivir en comunidad.
En esta celebración y en nuestra oración de gratitud también tenemos presente a Felisa Herrero que hoy celebra el 50 aniversario de su profesión religiosa. Agradecemos al Señor su vida, su servicio a la congregación, su compromiso con la predicación a través de la educación durante tantos años y en distintos lugares.
Con estos sentimientos y muchos motivos para la acción de gracias, continuamos nuestra oración de vísperas, y pedimos al Señor que con nuestro vivir facilitemos a las jóvenes que se sienten llamadas el poder consolidar entre nosotras su vocación de seguimiento. Al terminar, nos encontramos en torno a la mesa compartiendo la comida, el encuentro y el gozo de la fraternidad.